Las noticias sobre la falta de personal dentro del sistema sanitario de enfermería copan durante los últimos meses los medios de comunicación. Estamos totalmente habituados a titulares desesperados sobre la complejidad de cerrar las plantillas de Due tanto en el sector público como en el privado. Claro está, que este último es el más damnificado, la experiencia nos lleva a saber más que de sobra que el sueño de la mayoría de los enfermeros es acabar en la Seguridad Social. A esto hay que añadir, el escape de estos perfiles sanitarios al extranjero.
Y es aquí donde hay una incongruencia difícil de entender para todos los actores que participan en este entramado del sector enfermería. Son muchos los recién licenciados que se van a iniciar su experiencia profesional a países europeos mientras que cada vez son más los enfermeros latinoamericanos que nos hacen llegar sus currículos para trabajar en España.
Y este problema de falta de mano de obra en la Sanidad española no afecta sólo a los enfermeros, también hay graves problemas a la hora de encontrar médicos con especialidades muy concretas: medicina del trabajo, ginecólogos, traumatólogos o internistas.
Hay falta de médicos en España, esta es otra realidad y otro titular. En cuanto a la dificultad de conseguir personal de enfermería en el país, las comunidades más afectadas son Cataluña, Madrid y País Vasco. Hospitales privados, clínicas y residencias geriátricas hacen auténticos malabares para conseguir cerrar su plantilla de enfermería, algo que se convierte en una misión imposible en épocas de vacaciones.
Una de las soluciones sería poder contratar a todos esos médicos y enfermeros que llegan a España desde el extranjero en busca de un empleo. La primera traba con la que se encuentran es la homologación del título. Es decir, para que un facultativo pueda ejercer su profesión en la sanidad tanto pública como privada en el país es necesario que el Ministerio de Sanidad convalide la titulación. Un proceso burocrático que suele expandirse en muchas ocasiones más de un año, lo que provoca que estos facultativos no puedan incorporarse a un mercado laboral ávido de personal. “Estuve casi dos años trabajando en España de cuidadora a la espera de mi homologación. Necesitas demasiada documentación y es un proceso costoso y que a veces se puede demorar mucho”, señala Caridad enfermera cubana de Barcelona.
“No es sólo todo el papeleo que necesitas para poder homologar tu título y empezar a trabajar, en cuanto extranjería y consulados también te requieren muchísima documentación, sin embargo, yo desde que llegué a España no me han dejado de llamar para trabajar de enfermería, trabajos que durante dos años tuve que declinar ya que es lo que tardó el Ministerio en darme la homologación”, asevera Carmen Espadas, enfermera que trabaja actualmente en una residencia geriátrica de la capital catalana.
Y en todo este entramado, una vez más el más perjudicado, vuelve a ser el paciente y el ciudadano.